Leyendas Del Castillo De Santa Catalina En Jaen

La tradición habitual, arraigada entre la población de Jaén, se centra precisamente en Santa Catalina de Alejandría. La santa se apareció en sueños al conquistador Fernando, incitándole a fin de que no levantara el lugar al que habían sometido a la localidad, con la pretensión de tomar la plaza, fuertemente defendida por las tropas del rey moro Al-Amar, mostrándole en prenda las llaves de la ciudad. Cuenta la historia de historia legendaria que, al día siguiente, Al-Amar se presentó en el campamento católico y rindió la ciudad a Fernando III. Tal visión fue contemplada por el almacena del castillo, allá por 1960, cuando se estaban ejecutando las obras del Parador; en concreto, por la vieja entrada de este (escaleras de la cafetería).

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Este le aplicó ungüentos y cataplasmas y le hizo ingerir pociones y brebajes, pero el niño, lejos de mejorar, se conmocionaba en cama entre chillidos aterradores. Una vez llegados al rincón, se pavonearon largamente de su audacia y valentía, al paso que algunos de ellos permanecían un tanto apartados para no verse sometidos a la maldición de la Mona. Fue entonces cuando el mucho más engreído, envalentonado por las miradas de admiración de los que se encontraban mucho más lejos, hizo alarde de su inconsciencia y tomó múltiples piedras del suelo, lanzándolas con más o menos fortuna a la imagen del judío, hasta que una de ellas impactó contra la nariz, cercenándosela. El miedo y admiración combinados de los presentes, se tornó en estupor en el momento en que vieron que, a los pocos minutos, aquel niño comenzaba a sudar y a sentir escalofríos. La historia de historia legendaria la llama Jasmina y habría sido asesinada en la torre del Parador que hoy es objeto de sus visualizaciones. El Castillo- Parador Nacional de Jaén , situado en el Cerro de Santa Catalina, es uno de los lugares mucho más evocadores y festejados de la región del Beato Reino.

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Poseemos un muy rico patrimonio de castillos y de fantasmas que confluyen, sugerentes, en nuestra imaginación, mediante varias leyendas. Son historias fascinantes como la del Castillo de la Peña de Martos en donde tuvo lugar la cruel ejecución de los Hermanos Carvajales. O la leyenda del enamorado Trovador Macías que murió encarcelado, por amor, en las mazmorras del Castillo de Arjonilla. Y asimismo en la Fortaleza de La Mancha de Alcalá la Real tiene sitio otra emocionante historia de amor, la de la mora Cava enamorada de un capitán católico.

La tenue luz de 2 candelas cuya llama fluctuaba movida por el viento que por medio de las rendijas de la puerta entraba en la estancia, creaba en ella sombras alterables, dándole a exactamente la misma un aspecto fantasmagórico. Al joven le castañeteaban los dientes por el frío y por la sensación de ultratumba que se respiraba, estando, como sabía que se encontraba, sobre la tumba de Juan de Olid. El arriero tal vez pensó que se trataba del hijo de alguna de aquellas lavanderas que se había perdido. Procuró el origen de los gimoteos y vio que era un niño de 2 o tres años. En el momento en que cesó de llorar, lo puso atrás en la mula y continuó su sendero hacia Jaén. Por ella, y a esa hora tardía, venía en dirección opuesta alguien con facha de pudiente que, viendo las trazas de Julián, se dirigió a él y, tras hacerle una pregunta y confirmarle que era albañil, le ofreció una importante suma de dinero por realizar un trabajo particular en ese instante.

Transcurrido el tiempo se edificó una capilla en la fortaleza en honor a la Santa y cada 25 de noviembre, onomástica de Santa Catalina de Alejandría y día festivo en la localidad, se instauró una popular romería que tiene sitio en el cerro que transporta su nombre y que recuerda aquel hecho. “Yo ni creo, ni dejo de creer… Pero son muchos los empleados y clientes del servicio de nuestro Parador que durante años han contado vivencias extrañas vividas en estos pasillos y habitaciones”. Javier Manzano transporta apenas desde el inicio del verano como máximo responsable delParador de Jaény todavía no ha tenido ocasión de hallarse con alguno de estosilustreshuéspedes que se alojan ya hace décadas sin abonar. Son muchas las leyendas que hay sobre el precioso Castillo de Santa Catalina de Jaén.

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Sin embargo, aquella noche no regresó al alcázar y su mujer, angustiada salió en su búsqueda al amanecer. A pocos metros de donde hoy se levanta el Parador, Zoraida halló el cuerpo apuñalado de su amado, al que se abrazó llorando desesperadamente. En el momento en que los soldados de Omar trataron de separarla del cadáver, se percataron que la mujer asimismo había muerto pero que sus lágrimas proseguían sin cesar, formando un manantial que hoy en dia tiene por nombre la fuente de Caño Quebrado. Cuentan en Jaén que en las noches de febrero se ven las ánimas de los dos retornando abrazados al castillo.

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En la época de su distribución a Castilla, Jaén presentaba el aspecto de los enormes núcleos urbanos musulmanes, una amplia alcazaba, que ocupaba la cima alargada del cerro del castillo, descendía, por el sur, un cinturón de murallas que rodeaba la ciudad y volvía a sumarse a la alcazaba por el noroeste. En el extremo sur de la vieja alcazaba, sobre los enormes sillares y los taludes escalonados del viejo castillo califal, los cristianos construyeron un airoso castillo de sillería, el llamada de Santa Catalina o Alcázar Nuevo. “Al poco de llegar yo, este pasado junio, una de las empleadas que estaba haciendo la guardia a la noche me aseguró que vio una luz muy potente tras ella en el momento en que paseaba por el pasillo. La luz le pasó por una parte y la perdió de vista al girar hacia otro pasillo…”, afirma entre sonrisas Manzano. Está muy habituado a que los huéspedes y curiosos le pregunten por estas historias, todavía más desde el instante en que un conocido programa de televisión destinado a los fenómenos paranormales emitiese un informe hace año y medio sobre este hotel.

Desde el Castillo de Santa Catalina, donde Jasmina espera el regreso de su amado, al Antiguo Hospital de San Juan de Dios, donde pasean las ánimas errantes de quienes fallecieron allí, pasando por la Catedral, el Palacio de los Vélez y los Baños Árabes. Saber la cara más misteriosa de Jaén por medio de sus leyendas y sus rincones se presenta así como una aceptable propuesta para gozar este año de la noche de Todos los Santurrones. Ala luz de una candela o caminando por las empedradas, estrechas y oscuras calles del casco viejo. Historias de almas que no encuentran reposo y se dejan ver por los vivos.

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Por ese motivo su mujer no vaciló un solo segundo en salir a buscarle. “En el año 1002, siendo rey en Córdoba Alhatan, le hizo la guerra el rey moro de Jaén, llamado Alí. Este venció a Alhatán y volvió a Jaén con todos y cada uno de los suyos, donde lo han recibido por señor. El cura se quitó el negro abrigo, resultando que, a falta de la casulla, ya estaba revestido para la celebración.

Del mismo modo, unas turistas allí hospedadas, comentaron a una guía que en el piso superior se escuchaban gritos y correr muebles y que, asomándose una de ellas a la puerta, vio de qué manera una mujer disfrazada de princesa mora la miraba fijamente y desaparecía acto seguido. Mucho más sorprendidas se han quedado cuando la guía les mencionó que arriba no existía piso, sino más bien tejado”. “Son leyendas para pasearlas por Jaén, para poder ver sus rincones y dejar volar la imaginación, saborearlas sin prisas”. Matías Ráez Ruiz pertence a los autores que ha recogido la tradición oral y compilado precedentes publicaciones, sobre todo, de Lope de Sosa, para hilar “Leyendas de Jaén y otras historias”.

Jaén

“Vivía en aquella mansión una familia pudiente y de buena situación popular. La hija, piadosa, letrada, con una sensibilidad exquisita, traía pasmados a todos y cada uno de los caballeros casaderos de la temporada, pero por mala fortuna se enamoró de un joven que trabajaba en las caballerizas de aquella casa. Otros personas han sentido correr por el pasillo, llamar a sus puertas e incluso ver la aparición de una mujer vestida con indumentaria árabe que, desde una esquina, los observaba fijamente. Era una mujer bella, alta, morocha y de ojos claros, que llevaba un turbante o pañuelo en la cabeza, falda extendida y zapato obscuro. Al lado de la torre del Homenaje y unida a ella por una barbacana almenada hay otra torre de composición rectangular en cuyo interior podemos encontrar un salón cubierto por bóveda de cañón, iluminado por ventanas ojivales con ajimez, la llamada torre de las Damas, que domina la entrada al castillo.