Leyenda Del Lagarto De La Magdalena De Jaen

Es entonces en el momento en que en un amanecer, cuando el animal dormía, el preso llegó hasta su guarida. Visitas guiadas, teatro, música, cuenta-cuentos y una recreación de la lagarto de la Malena conforman la programación cultural de esta celebración con la que IUVENTA, con la colaboracion del Municipio de Jaén y la Diputación Provincial, pone en valor entre las leyendas más populares. «Culebras, lagartos o dragones (sus hermanos mayores mitológicos) se muestran unidos -con cierta frecuencia- en el trasfondo folklórico de varios pueblos a doncellas que son acosadas por ellos», señala el antropólogo del CSIC Luis Díaz Viana, creador de « Leyendas populares de España ».

Un preso condenado a muerte aceptó batallar al Lagarto a cambio de la libertad. El Lagarto echo a correr detrás de él y este le fue echando los panes primeros, y al final el saco de pólvora y el Lagarto reventó. José García Moya vecino de la Magdalena asegura esta versión y hubo en la Iglesia de San Idelfonso, colgado de una pared, una piel, que parece fue de un caimán.

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Pero hete aquí que un valeroso pastor deseó terminar al fin y al cabo con este desmesurado reptil. Sus vecinos desconfiaban de su capacidad y prácticamente sentían más pena que alivio cuando el pastor solicitó un lote de comida y una gran cantidad de yesca. En el transcurso de un tiempo, el inteligente pastor fue alimentando al lagarto con suculentos platos que el insaciable reptil obviemente no rechazaba. Otras versiones charlan del preso que, en lugar de su independencia, consigue engañar y achicar a la fiera. Era Jaén tierra feliz, en ese enorme manantial del Raudal, habitaba una bestia repulsiva, grande como montaña, fiera como demonio, fea como maldición y hambrienta como rebaño de leones.

Aquella bestia era llamada Lagarto, y se comía a aquellas pastoras que se acercaban, con mucha calma, a ocupar sus jarros de agua. Dicen las gentes que, cada un buen tiempo, comía un muchacho o a una chavala. Del 30 de junio al 4 de julio Jaén celebra el Día Oficial del Lagarto de La Magdalena, una de las leyendas más famosas de la ciudad más importante jiennense.

De todos modos, estas pieles «forman parte a caimanes americanos que los conquistadores enviaban a sus pueblos de origen como curiosidad», enseña Eslava Galán. «Algunas terminaron colgadas en las iglesias para representar simbólicamente el silencio con el que se debe conducir el fiel en el templo» en tanto que se creía que el cocodrilo era el único animal que no estaba dotado de sonido característico alguno, añade el historiador. Durante un mes va a estar abierta en el Archivo Histórico Provincial de Jaén la exposición \’El lagarto de la Magdalena y los dragones de Jaén\’ de la que mencionó en Gente de Andalucía la artista y maestra de arte Carmen Montoro. En el momento en que alguien come mucho se le dice que va a reventar como el Lagarto de Jaén. A mí personalmente me recuerda los lagartos gigantes de Japón y China y esta última pasea Dragones gigantes de papel contorsionándose por las calles en las fiestas.

Un Submundo Cultural

La conforman los proyectos realizados por el alumnado de cinco institutos, a los que se aúna el material histórico aportado por el Fichero Histórico y por la Catedral de Jaén y la Biblioteca Provincial. De esta forma, reúne tanto las recreaciones de lagartos y seres mitológicos concebidas por 300 alumnos, en colaboración con la Escuela de Arte José Nogué, como facsímiles y piezas únicas sobre esta historia de historia legendaria que pertence a los diez bienes del Patrimonio Cultural Inmaterial de España. Carmen María Camacho Adarve cuenta que el Gobernador le promete la vida a un preso culpado a muerte si es con la capacidad de matar al Lagarto. En el momento en que vio al Lagarto le tiro una oveja llena de explosivos en las fauces y este se la tragó y reventó.

leyenda del lagarto de la magdalena de jaen

La historia de historia legendaria del Lagarto de la Magdalena es, sin dudas, una de las mucho más conocidas de la ciudad. Tanto es conque, con el paso del tiempo, se convirtió en todo un símbolo de Jaén. Esta historia afirma que, hace muchísimos años en el enorme manantial del Raudal, habitaba una bestia. Sea como fuere, la historia de historia legendaria sigue tan viva que en las celebraciones de la región frecuenta recrearse en las cabalgatas, e inclusive algunas de las fiestas y festivales hacen referencia a ella, como por servirnos de un ejemplo el Festival Lagarto Rock. Tanto es de esta forma, que en ciudades cercanas no es extraño que a los pobladores de la capital jiennense se les llame de forma coloquial como “lagartos”. « Son lo viejo que no se fué, que no deja de regresar », mantiene el antropólogo, recordando leyendas urbanas de hoy como la de la joven y la culebra que de tanta leche que bebe acaba reventando.

Sangre Del Lagarto De Jaén

Es ésta sin duda la leyenda mucho más habitual y emblemática de la ciudad, la que ha generado mucho más mitos y expresiones populares. Así, diríase que la piel del lagarto aún está guardada tras uno de los retablos de la Catedral de Jaén. Asimismo, cuando alguien come bastante se le dice que “va a reventar como el lagarto de la Magdalena “. Al fin y al cabo, una parte de la crónica de una ciudad de la que se dice que durante un tiempo tuvo la forma de un gran lagarto. Por ejemplo cuestiones, necesitaba el pellejo de un cordero recién muerto a fin de que el Lagarto pudiera oler a carne de animal aún vivo, así como pólvora, un saco de panes calientes y, como si fuera poco, un caballo veloz.

Su implicación en los pobladores fue tal que durante décadas se pensó que el pellejo del lagarto se encontraba expuesto en entre los muros de la iglesia de San Ildefonso. En realidad parecía ser más bien el cadáver disecado de un caimán enviado desde el Nuevo Planeta por algún paisano, una práctica muy en rema siglos atrás. Tres años después de la conquista de Jaén, en 1249, el lagarto o sierpe aparece como signo oficial de la región. Algunos obispos jienenses incluyeron en su divisa de armas al dragón como una alegoría representativa de la configuración topográfica de la ciudad. Al principio, dicen las gentes que comía un muchacho o muchacha cada un buen tiempo, quizá pues fuera pequeña la bestia.

Así se puso fin al animal que había hecho temblar a la ciudad durante años. Los vecinos se quejaban todo el tiempo de no poder vivir con calma dada la amenaza que suponía el asedio constante del lagarto más popular de la historia en esta provincia. Nadie se atrevía a hacerle frente ni, evidentemente, a procurar acabar con él. Las autoridades de la temporada no sabían de qué forma terminar con este inconveniente y de ahí que ofrecieran una cargada recompensa a quien se atreviese a quitarlo.