Criados Cuesta Arriba Memorias De Un Jaen Antiguo

Cada sábado y vísperas de fiestas era un problema la decisión del lugar, para decidirse a llevar a cabo el viaje de mañana, y a los adminículos de caza agregaba algún pañuelo de mujer o cortes de delantal, saya o vestido para la aldeana, a fin de tener bien atentos a todos a sus órdenes. El «Chiquito de Eibar», «Elícegui», Mardura y Baltasar y, más tarde, el «Manco de Villabona» y otros jugaban sendos partidos concurridísimos en los nuevos frontones de Abando y Deusto, y la pasión de los aficionados fue colosal en aquel renacimiento del deporte vasco. Adolfo Guiard era un exaltado entusiasta del «Chiquito», pero, además de esto, nos daba charlas sobre la historia de la pelota que era una delicia.

Inmediato regreso por La Habana y naufragio en Bahamas, donde roban cinco piraguas a unos indios y regresan a La Habana. Allí se retoma la navegación hasta llegar a España sin más incidentes. I, 4-7 Viaje a Tierra Santa (un par de meses, con salida y llegada en Túnez), junto al capitán Felipe de Andrade y en compañía de nuevos amigos como el gobernador Cáceres, el capitán Francisco Redondo y el bachiller Francisco Galavis. Estos tres últimos vivían cautivos en Túnez y fueron rescatados por Ordóñez, el cual les costeó asimismo los costos del viaje a Jerusalén. Los tres reaparecerán en episodios posteriores, cuando Ordóñez pasa a Indias y sufre adversidades, donde le devuelven su acompañamiento y amistad. El viaje lo hicieron con la compañía y protección del bajá de Siria, Alí Erbago.

criados cuesta arriba memorias de un jaen antiguo

Se le colocaba de frente al enemigo y no había quien le resistiera y … Nicolás Tous, catalán, ingeniero y colega de la factoría, que asimismo asistía a estos almuerzos, era otro amigo atrayente. Por su miopía vela tan poco que, según decia y sin exageración, «borraba en ocasiones con la nariz lo que marcaba con el tiralineas». Más adelante me encontraré en Sevilla con él y podré seguir la historia de su trayectoria, tal y como yo la sé y por el interés que tiene no sólo por sí, sino más bien por el influjo que ejercitó sobre los artistas bilbaínos y por el hecho de que en Bilbao se le consideró como uno de casa.

Libros Ilustradosver Todos

Pero de esta familia de Rochelt y sus similares, que tanto influyeron en el avance de las aficiones artfsticas en nuestro Bilbao, ya hablaremos mucho más de largo; aquí sólo deseo consignar en buen recuerdo de Villaro y su predominación en mi. El excelente caballero que era don Ricardo y Oscar, su hijo y mi viejo amigo, pintaban paisajes a la acuarela, bajo la predominación de Anselmo Guinea, que en aquella temporada se encontraba en su auge de este género, que tan bien dominó. Joaquín Arisqueta, que era de los mucho más diligentes y decididos, se subía aun a los tejados del mercado en la Plaza Vieja para ver mejor y allí se santiguaba o hacia ademán de tocar el violin, para darse cuenta de si su Dulcinea iba al sermón o al teatro. Llamaban sus trajes de corridas y que venían siendo sus enormes galas desde múltiples años antes del bombardeo. En el momento en que todo se apaciguó y cada quien volvió en si, Raimundo y su familia se apercibieron de que los austriacos no estaban en el palco ni en los corredores. Tan gigantes y profundas que Adolfo Guiard tardaba en desarrollar, en rutas tiradas admirativas, todo el año siguiente.

Para Bilbao señalaron una salón grande, y fuimos allá, encargados de instalarla y arreglarla, el muy simpático y amado amigo Joaquín Angoloti, para las fábricas de Altos Hornos y Vizcaya, y yo, para ocuparme de las factorías menores de derivados. El enorme caballero inglés, de grato recuerdo, Mister Gill, directivo de «La Orconera», dirigía lo del «encuentro» mismo y expedición a las minas y, muy a conciencia, cronometraba, prácticamente y a pasos lentos, la distancia que había entre la estación de Portugalette y el Centro. En la expedición a las minas tocó a Adolfo de Urquijo pronunciar un discurso; lo hizo en inglés y muy refulgente; únicamente él decía, después, con felicidad, «que le chocaban las calurosas felicidades de los bilbaínos, quienes le decían que el suyo era un inglés que entendían clarísimamente como ninguno, y que, en cambio, los ingleses no le afirmaban nada».

criados cuesta arriba memorias de un jaen antiguo

Parece que se confunde también Ordóñez a la hora de explicar las graves diferencias surgidas entre Diego Maldonado y Cristóbal de Eraso, que era otro general de la flota de españa que se encontraba en Indias desde septiembre de 1578; no es verosímil la rocambolesca historia que nos comenta de que Eraso dejó en tierra a Maldonado para regresar a España sin él. Lo que sí sabemos hoy, gracias a las indagaciones de Huguette y Pierre Chaunu, es que Eraso se encontraba en Nombre de Dios el 24 de abril de 1579 y necesitaba la escolta de la armada de Maldonado para realizar la travesía del Atlántico sin temor a los piratas, con lo que a finales de junio escoge ir él asimismo a Cartagena. Pero Maldonado no le espera y ámbas flotas se cruzan entre Nombre de Dios y Cartagena, sin que haya entendimiento entre los generales. Eraso se queja al rey de la actitud de Maldonado , mas al final domina el los pies en el suelo y ambos vuelven juntos a España; salieron de La Habana el 31 de agosto y entraron por la barra de Sanlúcar en la época de noviembre de 1579, en lo que fue un viaje marcado por tormentas de todo tipo29. Yo he seguido, de lejos ya, si bien con mucho interés, todo ese avance y he visto medrar a mi pueblo en cuerpo y espíritu.

El Viaje Del Mundo: Nota Bibliográfica Otras Proyectos De Ordóñez De Ceballos

Amigos íntimos suyos fueron también Félix Chávarri, primero, y, entonces, Emilio Saracho , e memorables son las situaciones entre este enorme amigo bilbaíno y el inmenso «Don Juan», como le jllamábamos, y que darían materia a múltiples páginas de un libro como este. Su marcha a Inglatera, al retirarse de los negocios a los ochenta y más años y tras cuarenta de residencia en Bilbao, fué enternecedora. Fuerte como un roble, a su edad, nos despedía con unos apretones de manos horribles de duros y largos, en que él ponía toda su fuerza de jóven, su corazón de amigo y su lealtad británica, y dejó recuerdo imborrable en los que le conocimos.

Llevaba regularmente un paraguas colosal cerrado y abultadísimo y que jamás abría, por el hecho de que mucho más que paraguas era un saco de viaje. Por lo demás, don Emiliano de Arriaga ha descrito en un libro de el, interesante, lo que era aquel círculo de amigos. Por entonces vino de Cuba mi tío Ramón Jane a hacer una visita a la familia y me dejó una impresión de generosidad grande. Me llevaba todos y cada uno de los días al Suizo y me daba un pastel de arroz, de aquellos muy, muy ricos pasteles de arroz que de once a 12 estaban calientes. Con eso, su amabilidad con todos y la leyenda de tío «indiano», que venía de América, se fué, dejando una estela de simpatía y afabilidad grande. Los estereóscopos de su casa, con vistas del mundo entero, recién traídas de París, eran la última palabra; sobre todo para nosotros los chicos en el momento en que lográbamos atisbarlos.

Alumnos De Tres Institutos Recopilarán Testimonios Sobre La Guerra Civil

Se comió bien, entonces cantó el Orfeón y hubo entusiasmo y efusiones británicas y bilbaínas. Puestos todos en pie, y después, la Marcha Real y el Guernikako Arbola, del mismo modo. Los ingleses, creyendo que aún proseguían los himnos, prosiguieron en pie y largaron sendos hurras, en lugar de las palmadas del caso. Como la mayoría era del Gobierno, no podía aguardarse nada bueno de la votación, que éste solicitaría conveniente a su ratificación; de esta forma es que toda la táctica de defensa consistía en postergar el dictamen y hallar pasara la fecha ofrecida para ratificarse el tratado. En su vista, y con ese fin, la Comisión del Senado abrió una información pública, amplia, que encabezó Víctor Chávarri y gracias a él y a aquella Comisión, a quien el Gobierno apremió, conminó y prometió inútilmente, se ganó la partida y se salvó de una catástrofe la industria vizcaína. Tubos, alambres, clavos, aceros moldeados, construcciones, calderas y maquinaria, etc., iban ya fabricándose al lado del Nervión.

Una madrugada, a las seis, le faltó pintura blanca, dejó al mozo dormido, salió callando, fue a su casa, cogió un tubo de ese color y volvió a pintarle 2 horas más. Con la simpatía que Ricardo Gaminde despertaba en todos, había interés, siempre, en conquistarle para que se quedara a cenar y nos contara las cosas rarísimas que él contaba, y que cuando se le motejaba de trolas, aludía siempre a un libro que él tenía, pero que jamás vio absolutamente nadie. Se resistía a quedarse «por guardar su régimen» y «tener en el hogar la medicina». Se le persuadía de que, trayéndole a la cena el frasco, podría tomar su cucharada y cenar; entonces era «la píldora, para tomarla al postre», la que le impedía, pero trayéndole la caja ya todo era viable.

Espacios De Nombres

Si bien de mayor edad, era Castillo, el relojero, el mucho más inteligente en calidades y cosechas y el más fervoroso y especial entusiasta, no como enorme bebedor , pues era parco, sino como amante de nuestro vino local. La mesa, puesta bajo la parra y junto a la campa, con sillas rústicas y seranes para asientos. En entre los extremos el jarro, cubierto de vasos forales, y que, a propósito, tenían de forales lo que nosotros de polacos, ya que procedían de un saldo que quedó a un tendero, después de una iluminación conocida con lamparillas de aceite, y que los despachó luego a los campesinos para el chacolí. Cada uno, al llegar, viniese de Zorroza o de Bilbao, saludaba y probaba un vaso, viendo al trasluz antes, y paladeando, después, daba su opinión. Montaba en bicicleta, y un día que buscaba pintura luminosa para sus viajes por la noche y diciéndole nosotros que fuera mejor el farol, nos contestó que no, pues aunque el farol daba mucho más luz, a él que no veía no le servía; en cambio, dándose pintura luminosa en la cara le veían los demás a él y no tropezaría con absolutamente nadie. En esos primeros años de estancia en «lndauchu», Ignacio Zuloaga.